miércoles, 4 de noviembre de 2009

Uno de los grandes miedos ante la posibilidad de enamorarnos es el riesgo de la pérdida. Suena un poco revirado, pero, sin embargo, creo que es el miedo fundamental que subyace a todos los miedos: es el miedo a entregarnos, a acostumbrarnos a tener a alguien al lado, a ceder el control en muchos aspectos de nuestras vidas, y que después, de un día para el otro, esa persona no esté, nos quite su amor, y ya no sepamos cómo caminar solos. Es que uno tiene un tesorito guardado, ahí, entre sus manos: la independencia. Y cuando uno se acostumbra a "ser solo", ya no le molesta pasar las noches en soledad, o cocinar para uno, o incluso ir al cine solo. De alguna forma se olvida de que existía eso de "salir en pareja". Entonces, conocemos a alguien, y metemos la puntita del dedo gordo del pie en el agua para ver cómo se siente. Y nos damos cuenta de que el agua está re buena, y de que queremos tirarnos de cabeza. Pero el miedo siempre está. El miedo a tirarnos y que no haya agua. O que alguien, maldito, saque el tapón de la pileta y terminemos "nadando" en el piso, estrolados.Por eso cuesta tanto. Por eso da tanto miedo. Porque al fin y al cabo, queremos mantener el estatus quo que supimos conseguir.Queremos saber que no nos vamos a malcriar y mal acostumbrar a tener a otro al lado, porque la experiencia nos demuestra que nada es eterno, y que todo tiene un final, todo terminaaaaaaaa. Y no sé si hay solución para esto. Tal vez ser un poco tontos, y no rendirnos a nuestros miedos. Tal vez ser un poco ingenuos, y entregarnos pensando en que nunca más nos van a lastimar. Tal vez quedarnos solos de por vida, porque al fin y al cabo, es la única forma de que nadie nadie nadie nos lastime .

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